17 febrero 2010

La playa


Una mañana más en la misma monotonía de unas vacaciones con mi familia. En un pueblo, que es una prolongación de mi ciudad, aunque por lo menos haya playa. Eran las 7 y media, y me pesaba tanta tranquilidad...

Teniendo la manía de dormir desnuda, y como a esas horas no había un alma por las calles, decidí ponerme un vestido de estos de botones hippie que me pongo para pintar y salí a pasear descalza por la playa. De camino, que siempre era el mismo, empezaban a abrir las cafeterías, ya a estas alturas de la vida, nos conocíamos todos las caras y nos dábamos los buenos días. Pero hoy me sentía un tanto especial, incluso la brisa de la mañana me estremecía la piel, pero pense que a esa hora era cuestión de temperatura.


Antes de bajar a la playa, note como alguien a quien no reconocí, me observaba desde la puerta de un coche, me miraba como si supiera que no llevaba nada debajo y esperara que la brisa me levantara el vestido. Decidí ignorarlo y baje a pasear. Tome mis sandalias en mis manos antes de pisar la arena, y comencé a caminar. Esta vez la sentía diferente, como si ella fuera puesta allí para amoldarse a la desnudez de mis pies, tan amable, tan calida, tan erótica... Sentía como cada grano de ella reconocía como mi cuerpo se erizaba con la brisa de la mañana, como deseaba plantar un pie tras otro, para sentir su textura, sentir como me acariciaba sutilmente para que sintiera su efecto, sus templadas caricias...


Así que me fui acercando hasta la orilla, mientras mis pies sentían que la arena se humedecía cada vez más, y más, hasta el momento en que mis pies hundidos en una amalgama de arena y mar, quisieron pararse a disfrutar del vaivén de las olas, que se acercaban para alertar mis tobillos...

Me sentía tan pletorica ante la inmensidad del Atlántico frente a mi, que decidí sentarme allí, a sabiendas que me mojaría el vestido, pero necesitaba sentir esa plenitud entre mis piernas, y así hice, me senté allí, sola, con el ronroneo de las olas, las caricias que me ofrecía su fría lengua, que me iba recorriendo las piernas al unísono de la marea, mientras mi piel la recibía deseosa y expectante, ansiando sentirla cada vez mas tiempo, y cada vez mas alta, esperando y ansiando que llegara a mi entrepierna.

Desabroche a la altura de mi sexo el vestido, para sentir bien su frió intolerante, que hacia tensar mis piernas, mientras cada vez mas mi sexo gemía por sentir su frialdad dentro de el. Tenia todo el cuerpo en tensión, mi vientre se curvaba de placer, y yo no quería tocarme, quería que me poseyera el mar.

Las olas lamían mi entrepierna, haciendo mi cuerpo reaccionar, y subía el mar mas, y mas... mi sexo palpitando de placer sintió temblores de agonía al sentir el agua unos segundos entre mi vello, pero se fue, me dejo rabiando en un espasmo de ansiedad... pero volvió ha hacerlo sin piedad, mis manos desabrocharon el resto del vestido, ni siquiera pense que alguien me pudiera ver en ese estado, y comencé a tocarme los senos con una mano y la otra sobre mi pubis, no quería tocar mi sexo, quería apaciguarlo a espera de la siguiente lamida del mar. Pero estaba muy excitada, no pare si quiera en ver que el individuo del coche me estaba observando, sentado unos metros detrás de mí. Cuando el mar entro en mi sexo, mi cuerpo se arqueo y mi cuello se curvo, y le vi, estaba disfrutando como un niño ante un escaparate la noche de Reyes...

Me insinuó con un gesto si podía acercarse y asevere con una sonrisa malvada. El tenía los pies desnudos y los pantalones recogidos algo más que sus tobillos. Me miro a los ojos, y otra lamida del mar me estremecí, echándole mano para que se acercara y disfrutara conmigo, pero no se acerco para eso. Se agacho, me tomo en sus brazos, mojando sus ropas y me llevo tras unas barcazas al otro lado del paseo, mientras yo lamía su cuello, mordía su mentón, notaba mi sexo palpitante y fui a tocarlo, pero el dijo <>, y yo comencé a lamer sas labios, besar su boca, esperando su respuesta, pero no respondía se dejaba hacer.

Cuando llego le quite la camisa, se despojo de sus pantalones, llevaba los bóxer a reventar, y dio libertad a su sexo. Yo sentada en el suelo de la barca recostada sobre uno de los asientos y el arrodillado ante mi, con su sexo a estallar, pero el no se tocaba, me tocaba a mi, me separo las piernas doblándolas, yo solo lo miraba, acaricio mis piernas, mis glúteos, y mi sexo, lo abrió mas, acaricio de arriba a abajo mi sonrisa, volviendo a excitarlo, y mi sexo respondió humedeciéndose. El masajeaba mi clítoris, hinchándolo de placer, mientras yo lo tome por el cuello y lo acerque a mis senos duros, radiantes de frenesí, con mis pezones a reventar por su lengua. Entre gemidos lo notaba temblar, y le pedí que me penetrara, el elevo la cabeza de mis senos y me comió la boca, mordiendo mis labios, intentando enloquecer mi lengua.

El se sentó donde yo me encontraba, y yo sobre el a horcajadas, empece a mover mis caderas, balancear mi cintura hostigando su sexo, deseando sentirlo dentro de mi, el situó mi cuerpo para sincronizar movimientos, y comenzó lentamente a tocar mi vagina con la punta hirviente de su sexo, mientras mi sexo rabiaba por el, y yo gemía, y mi vientre conmigo, y el gemía también, sudabamos, nos deseábamos...

Nos recostamos en la barca y el comenzó a meterla mas, y mas y mas... mientras yo arañaba su espalda, mordía sus hombros de ansiedad. Mis manos en sus glúteos le marcaban el ritmo de mi sexo, y el bombeaba sobre mi, decía que me deseaba, que quería hacerme suya, que no olvidara esa mañana, y yo le animaba, hazlo, hazlo... córrete... y se oyó un rotundo orgasmo de los dos, al corrernos a la vez. El quedo a los pocos minutos complacido, pero yo no tenia bastante mi cuerpo seguía entre convulsiones de placer, y el atendió a mi llamada, comenzó a masturbarme con su boca, bajo a mi sexo, lamió el flujo que se vertía de el, metió su lengua en mi vagina, y mi cuerpo se retorció, el seguía moviendo su lengua mas y mas rápido y yo gemía, le ansiaba de nuevo, el metió su dedo pulgar en mi boca, y lo lamí, bajo a mi sexo y lo metió en mi vagina, pero yo quería mas, el metió sus dedos en su boca lamiendo mis secretos fluidos, y me los metió en mi vagina, me hizo llegar a mi segundo orgasmo... sin darnos cuenta transcurrieron los momentos, y empezamos a oír ruidos. Yo cocí mi vestido y me lo coloque rápido, el se puso la ropa, se levanto, me pregunto, ¿estas bien? Y se fue. Y yo sentada en la barca, intentando encajar la situación. Me levante, me fui a mi casa, donde todos estaban desayunando, y sin mas me metí en la ducha para ponerme el bañador y seguir con mi usual día monótono de vacaciones...

 Mar Sánchez©

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