15 enero 2010

Al fuego de tu vientre



Desnudo tu nombre entre caricias,

mirada que busca un salvoconducto

suicidandose en la hoguera de dos cuerpos.



Restos de ternura endulzadas por tu piel,

saliva que encubre naufragios,

suspiros que contestan al calor,

piel que encubre enigmas sin solucion.



Miedos entre lenguas que caen al abismo

preguntas que se desboronan

en la carne humeda de tu boca.


Ansia por urgar en las esquinas

donde se confunde deseo y carne

al fuego de tu vientre.

 Mar Sánchez©

El metro...



Fue un día tal como el de hoy, me desperté con la sensación de que me debía algo, no se una sensación extraña, intente recordar que había estado soñando, para saber a que achacarle ese estado de animo, pero no recordaba nada, aunque sabia que había soñado algo...

Mire el despertador y eran las ocho y media!!, no me iba a dar tiempo de llegar... así que me metí en la ducha a toda prisa, y tome el primer vestido del armario, era un vestido de tirantes, abotonado, verde nácar asesinado, me lo puse sin apenas secarme, con la piel húmeda ni siquiera ropa interior, y unas sandalias de tiras entrecruzadas y anudadas a media pierna, tan solo olor a jabón y unas pequeñas gotas de agua de jazmín eran mi atuendo. Sin siquiera desayunar, me dirigí a tomar el metro, cosa poco frecuente en mi, ya que prefiero ir en bici, “cosas de ecología y respeto al medio ambiente...”, pero debía llegar lo antes posible...

Cuando baje por las escaleras de la boca del metro, me percate de que llevaba el vestido abrochado hasta mi entrepierna, pero decidí que ya me lo abrocharía... Estaba llegando el vagón principal al yo llegar, así que tuve suerte de no tener que esperar, aunque habíamos muchas personas en la misma estación y estaba bastante abarrotado, encontré un buen sitio sin demasiados codos ni empujones...

Estado de sitio



                       *********

Estado de sitio perpetuado en tu boca, hambre de guerra por conquistar placeres ocultos, maraña de incertidumbres en tu cuerpo.

Falleciendo a orillas de los besos, placeres al unisono del silencio. Deseando morir a manos de la locura, bebiendo la savia que atrinchera ansias y suspiros, se abre camino en el calor humedo
de mi sexo.

Pensamientos atrincherados por doquier a limites deborados e invadidos, batallas que desconocen miedos y heridos por armas neutras. Desnudando alma, dudas y deseos, cabalgan los aromas y la pasion candente de un momento eterno, entre besos caricias y jadeos. A manos de la locura, se desbocan los cuerpos, la carne se vuelve carnaza sin siquiera aliento entre suplicas por derramarte en mis adentros y llenarme de ti.

 Mar Sánchez©