
Habíamos estado toda la noche en la cena mirándonos disimuladamente, por lo menos esa era la pretensión, aunque creo que éramos la comidilla del entorno. Cuando íbamos a salir del restaurante, casi todas las chicas se fueron al servicio a retocarse, yo fui a recoger mi abrigo. Enrique estaba allí, haciendo como si estuviera mirando un cuadro. Pero al ver mi reflejo sobre el cristal se giro sobre mí…
- Estas esplendida esta noche… - su voz siempre había retumbado en mi interior, era muy masculina y me hacia sentir la diferencia de genero entre el y yo…-
- Gracias Enrique eres muy galante… - mantuve su mirada por unos minutos, una mirada inquisitiva que me llegaba a consternar, no sabía como interpretarla, siempre me había pasado igual con el…
Hacia mucho tiempo no nos veíamos, desde aquella noche en Barcelona. Su aplomo y seguridad en si mismo, me hacia mantener una distancia exagerada hacia el, quizás fuera k su edad y su posición social, le hacían ante mi un semidiós… Ahora, después de tres años de encuentros casuales y esporádicos, me detenía a mirarle como mortal, quizás fuera el juego de seducción en la cena, pero le vi como hombre, y la verdad es que me gustaba y atraía. Pero claro… su vida y la mía eran muy distintas.