17 febrero 2010

La playa


Una mañana más en la misma monotonía de unas vacaciones con mi familia. En un pueblo, que es una prolongación de mi ciudad, aunque por lo menos haya playa. Eran las 7 y media, y me pesaba tanta tranquilidad...

Teniendo la manía de dormir desnuda, y como a esas horas no había un alma por las calles, decidí ponerme un vestido de estos de botones hippie que me pongo para pintar y salí a pasear descalza por la playa. De camino, que siempre era el mismo, empezaban a abrir las cafeterías, ya a estas alturas de la vida, nos conocíamos todos las caras y nos dábamos los buenos días. Pero hoy me sentía un tanto especial, incluso la brisa de la mañana me estremecía la piel, pero pense que a esa hora era cuestión de temperatura.

Cuando el daño encuentra una grieta donde morar,
la pena se hace indiferencia,
el calor se vuelve efimero y aunque no quieras,
albergas la esperanza de seguir,
seguir viviendo sin ti.

Mar Sánchez©