17 enero 2010

La guarida


“La guarida”

Se puede decir que esa noche no fue una de las más normales... había un plenilunio un tanto exuberante, incluso se podría denotar de erótico, una noche gris oscura con mucha nubosidad, húmeda, pero nada fría, aunque la humedad se trascalaba por los finos pantys que llevaba.

Decidí abandonar el grupo, estábamos en "El Klaustro", un Pub muy visitado en los últimos meses... pero andaba como en el limbo, a pesar de que había bebido poco, pero su solo pensamiento pululaba en mi cabeza, y estaba un poco desconcentrada... rehusaba las conversaciones elementales y pasaba de enfadarme con los típicos de las 4 de la mañana, así que decidí irme y dije a los amigos que cogería un taxi... pero esa noche no me apetecía ir a casa, así que pensé pasear por la ciudad.


Así, que me dirigí hacía ningún destino, aún sabiendo que acabaría en mi casa, pero deambule por calles sin precisar rumbo, oyendo el silencio de la madrugada, pensando en él, en sus manos, en su piel, en su boca sobre mis labios,..., pensaba en como me tocaba, como me hacía vivir..., en el sudor resbalar por su piel y derramarse en mi cuerpo, su aliento, su respirar... Aún no sé como no me fui con él... Todo esto rondaba mi mente y mi cuerpo, que no se resistía a exteriorizar mis pensamientos... mi piel erizada acumulaba frío desde el día que se fue, mis pechos necesitaban que él los acariciase...

Caminando, caminando... me encontraba en medio de una calle inmensamente larga... un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando sentí que el aire húmedo de la noche estaba como suspendido a mí alrededor casi sin rozarme, apenas sentía el aire en la piel... una impresión muy extraña, pero sentía como si mi piel no tocara el aire... Me fije en los edificios de ambos lados..., era increíble cada lado era en si mismo un edificio, tan largo como me alcanzaba la poca vista que tenia, ya que pendían de unos resortes pequeños una especie de faroles con una luz muy pobre que no alcanzaba a iluminar más que un radio de metro y medio... así que avance buscando un número, una indicación, ... parecía inverosímil... ni una puerta ni ningún rastro de humanidad, quizás fuera la hora... pero me sentía inquieta, se podría decir que incluso asustada...

Seguí avanzando, metí la mano en el bolso buscando el móvil, lo saque y mire la hora, las 00:00. !Joder¡ eso no podía ser, no se quizás se haya bloqueado, mire mi reloj y se había parado a las doce también, pero para eso ya no tenia explicación, yo había mirado el reloj cuando salí del Pub. Ahora si me estaba asustando en serio, y decidí llamar a alguien para que viniera a recogerme. Pero a donde?. Dios estaba tan angustiada que me olvide de mi único pensamiento, y seguí caminando calle abajo a ver si veía algún indicio de mi ubicación...

Pero conseguí divisar una luz al final de la calle, era una luz parpadeante, y aligeré el paso para ver que era... cuando llegué mi temor se hizo más punzante en la boca de mí estomago, no sabía que hacer, donde llamar..., era una calle sin salida... delante de mis ojos había una puerta que parecía que no la habían abierto en años... y un cartel luminoso que parpadeaba sin ritmo constante, como abandonado por el olvido...
En el se podía leer “La Guarida”, la situación o era de lo más tétrica o yo estaba muy asustada ...

... Es extraño, pero tenía la sensación de que hacía frío, aunque no lo tenía, es como si no estuviera allí... Decidí que debía de hacer algo para acabar con está siniestra y estúpida situación antes de que me diera la neura del pánico y no pensará con claridad, así echando valor y temple, aunque me temblaba hasta el alma, fui abrir la puerta... Antes de posar mi mano en ella, está, entre un extraño crujir que denotaba lo envejecida de la madera y el quejido oxidado y profundo de las bisagras, se abrió despacio, como invitándome a entrar, yo ante este extraño suceso, decidí darme la vuelta y salir huyendo de allí...

Al girarme cual fue mi asombro, al descubrir que la calle había perdido cualquier pizca de luz, la única luz que tenia además del cartel parpadeante, era un pequeño farol que iluminaba la puerta y mal dejaba divisar una especie de niebla espesa en la calle, así que decidí entrar, con un nudo en la garganta, apunto de echar a llorar de los nervios y del pánico, la única idea a la que me agarraba era que dentro no hubiera mala gente y me ayudaran a saber donde me encontraba...

Así que entré, la verdad es que estaba todo inmerso en una oscuridad hambrienta, notaba que había paredes, pero por más que avanzaba, mis brazos no las hallaban, hasta el momento en que divise una distorsión en esa negrura tan primorosamente castigada por un silencio sumiso pero atormentador. Dirigí mi paso hacia esa especie de color que me llamaba... mientras caminaba, sentía en mi espalda como si alguien me fuera a abrazar o a aprisionarme los brazos, mi pavor era tal que no era capaz de girarme, tenía todos mis músculos en tensión, mis pechos firmes y excitados por la inquietud y el miedo, algo me decía que no debía estar allí...

Llegué a sentir como una leve corriente en la dirección de mí caminar, era un aire denso y cálido que iba aumentando según iba avanzando, pero de pronto me vi frente a una especie telón burdeos, de un tejido frío, pero suave. Entonces cogí e intente apartar la especie de cortina para ver si encontraba una salida por algún sitio...
Dios!!!!, me resistía a creerlo, pero no podía volver hacía atrás, estaba muy oscuro y no sabia que camino tomar, ya que por donde había venido no tenía ningún apoyo geométrico donde poder orientar mi posición respecto a nada, por la oscuridad, la única seguridad que tenia, era que aun conservaba mi cordura. Aunque esto ya tendía a disgregarse...-¡Estaba ante la habitación de una cortesana¡-, todo ambientado en el siglo XVI, paredes cubiertas por sensuales matices con expresiones que evocan algún tipo de expresión sensual, fornicaciones, evocaciones orgásmicas... telas exquisitas de tonos grana con bordados y ribetes de oro, una cama enorme vestida de seda burdeos perfumada con pétalos de rosas rojas, un dosel dorado con velos que le colgaban por los lados delicadamente, dándole un ápice de serenidad a una idea perversa, almohadones amplios, de aspectos suaves y cómodos, un impresionante sillón de terciopelo rojo muy sobrio, dándole a la estancia un matiz de realidad, unas mesillas de madera lacadas en oro con bordes rojos y sobre ellas unos candiles dorados repujados en oro viejo con velas que lloraban supurando cera, desprendiendo un hilo de humo que se difuminaba en el techo mientras la llama intentaba escapar de la mecha con movimientos espasmódicos, haciendo temblar la sutil iluminación de la estancia, dando un toque lujurioso a la habitación...

Aún no me había movido, el telón me topaba en la espalda, supongo que sería la iluminación, los colores, el olor, la caminata, la ansiedad... el miedo, no sé, pero me encontraba exhausta, aun con los tacones puestos y sin saber la hora, por acto reflejo volví a mirar el reloj, pero seguía indicando la misma hora. En ese momento, pedí al cielo que el móvil volviera a reanimase y lo cogí de nuevo, pero no había cobertura...

Yo solo pensaba en tener valor y pensar en no tener miedo, para poder reaccionar ante cualquier situación... Entonces oí como si sé abriera una puerta tras de mí, yo me giré y vi como alguien se venía hacía mi, como sino me viera ni se percatara de que yo estaba allí y a continuación, note como se me estremecía todo el cuerpo, me atravesaba una especie de holograma, mi piel se erizo por completo como si me hubieran dado corriente, fue espeluznante sentirlo dentro, como si mi piel le diera cabida a su cuerpo, como si mi cuerpo se llenara de su cuerpo, me traspaso como si yo no estuviera allí, me quede esos instantes en blanco, sintiendo un pequeño mareo y fui a recobrar el equilibrio sujetándome a una silla que tenia al lado, y alce la vista lentamente, observando con recelo y respeto ante el miedo y la inquietud que se imponía ante mí, cuando se me encogió la boca del estomago...

Llevaba unos pantalones negros bastante ceñidos, con una camisa blanca bufona y amplia, con los puños escondidos bajo las mangas que se amontonaban al bajar como derramándose para caer y dejar desnudos sus brazos, denotándose robustos y de complexión fuerte. Él estaba delate de mi, a poco menos de un metro, era mucho más alto que yo, más o menos 1,80 m., espaldas anchas, omoplatos separados... no sé porqué, pero tenía la extraña sensación de que lo conocía... Tenía una sensación como de que esto no me estaba pasando, sabía que todo esto debía tener truco o algo, necesitaba aferrarme a la idea de que esto no era real, no era algo razonable...

Cuando él se giró despacio y sensualmente, yo no sabía si mirarle o no, ya cualquier cosa podía pasar en aquella situación tan extraña. Quizás fue el miedo o la cobardía, pero cerré los ojos, temía que esa especie de persona, por llamarlo de alguna forma, me volviera a traspasar. De pronto volví a sentir ese aire caliente, pero esta vez parece que venia de él, sentí como ese calor me rozaba la cara, yo me resistía a abrir los ojos, pero ese contacto, ese calor, incluso el olor que él desprendía...



... Todo me parecía familiar, aunque no terminaba de encajarlo en nada, pero sentía cosas muy contradictorias, sentía miedo y sentía calma, era una calma extraña de explicar, algo me decía que ese calor era para calmarme y aunque quería irme algo me decía que debía estar allí...

La habitación se convirtió en ese momento en un reclamo para seguir en vilo y no desperdiciar un instante de cordura. Aunque siguiera con los ojos cerrados, percibía que él se había movido, me estaba mirando, observando cada inciso de mis temores. Intuía que se estaba acercando, cuando sin previo aviso se me erizó la piel de un escalofrío al sentir su mano en mi cara, y me intenté apartar cuando se me paró el corazón al oírle - "Mar, siempre te gusto que te acariciara la cara, no te vayas, he vuelto para estar contigo".-Mis lagrimas comenzaron a brotar, abrí los ojos para verle y quise abrazarme a el para no dejarle huir de mí... Pero su cuerpo... era increíble, su cuerpo era como si de un holograma se tratase, era increíble, ni yo misma estaba segura de lo que hacia, en ese momento se me descuadro los últimos resquicios de seguridad que aún conseguía flotar en mi mente...

Yo me aparte de el, maldiciéndole, queriéndome convencer de que era todo aquello una mentira, un sueño, una tortura psicológica. Lloraba, lloraba sin cesar, pero no sé si lloraba de impotencia, de dolor, de saber que todo aquello no era real y quería lo fuera, pero lloraba, llena de dolor, rencor e incluso odio hacia el. Entonces me tomo del brazo y dijo: "Ahora Mar, abrázame, ódiame!!!, pégame!!!, me fui para dejarte sola.

Fui hacia el llena de dolor y de rencor, mis brazos dieron contra su pecho repetidas veces, entre la rabia y el miedo, necesitaba que él me sintiera, sintiera el dolor que sufría por su abandono, entre la rabia y el corazón roto, le insulta y le preguntaba: Porqué? Porqué me hacia esto? Porqué? Por qué no me había llevado con él? Por qué no me quería? Porqué me mintió todos estos años, sino me quería?...estaba fuera de mí, golpeándole... llorando... Supongo que presa de aquello le dije cosas que no sentía... Supongo porque no tenía nada claro...

De repente él me golpeó, yo sin más deje de llorar, fue como si hubiera dejado de sentir, sentía una soledad fría o helada... Lo mire y me volví para irme, era una situación absurda, el no existía, era todo delirio por su ausencia.

Entonces él me agarró y con voz templada me dijo: -"Mar voy a explicártelo, siéntate
conmigo en la cama, estaremos mejor."- Deje que me conducierá hacia allí, no sé porque, pero lo hice. Me senté al filo de la cama, el se colocó de frente a mí, me limpio las lagrimas y me sonrío, tenia la sonrisa más bonita que había visto en mi vida, llenaba su cara como siempre había hecho, creo que cuando le conocí fue en lo primero que me fije de el, llenaba cualquier sitio con su sonrisa, Dios cuanto lo había echado de menos... Me sentía tan dichosa de poder verla...

El se agachó sobre sus talones, puso sus manos sobre mis rodillas para separarlas. Yo lo miraba extrañada y tensando mis piernas para no abrirlas, no entendía la situación... no podía creerlo, pero no sabia que hacer era un momento de tensión horrible, estaba tensa, llena de rabia acumulada, llena de dolor, de rencor, de reproches y de amor...

Sin saber porque, deje que metiera sus manos por mis muslos, él me miraba a los ojos y mis lagrimas caían, pero no eran lagrimas de dolor, ni de impotencia, eran lagrimas sin motivos, sin una razón... sin un porque... Seguía con una mano acariciando mis pantys, hasta llegar a los cierres del ligero, yo tenía las piernas muy tensas, él volvió a sonreír, aparto una lágrima que resbalaba por mi mejilla y puso su mano sobre el cuello de mi blusa, para ir desabrochando uno a uno los botones y dejar a la vista
mis senos, los cuales estaban hinchados y fervientes por una excitación extraña que sentía desde que me senté en la cama... Sentí como se desprendían las medias de las respectivas pinzas, como sus manos y sus dedos, con suavidad extrema y sensualidad,
desprendía el fino tejido que vestía mis piernas. Sus manos eran cálidas, firmes, sensuales, seguras... acaricio mi cuello con el dorso de su mano sensualmente como explorando cada cm de el, a medida que bajaba mi piel se estremecía, se erizaba entre golpes de calor y sudor, mientras él seguía acariciando mi busto, sentía sus vellos finos sobre mi piel, provocando delicias de ternura... y bajaba con suavidad su mano entre el valle de mis pechos, navegando entre ellos, haciéndolos vivir... colmándolos de su hombría, sin siquiera tocarlos. Yo cada vez mas excitada cerré los ojos y me abandone a el... a sus manos, a su cuerpo... Pero él seguía frente a mí observando cada cambio
que provocaba en mi cuerpo, seguía acariciándome con su mano, sus dedos, bajando... mi vientre...

Su mano que me había despojado de mi segunda piel, seguía su camino, como surcando arenas de desierto ante un Oasis que suplicaba serle destierro para soñar. Sentía sus dedos acercase a mi sexo, sin querer evitarlo deseaba ser suya, amarle, sentirme amada, necesitaba darle, demostrarle lo que nunca le había demostrado...

Descanse mi espalda sobre la cama y sentí sus dos manos sobre mis caderas, abriendo la cremallera y deshaciéndose de la falda, el se incorporo sobre sus rodillas, mirándome, tocándome, excitándome... sentía su mano abierta sobre mi pubis exaltado, envenenado de erotismo y sembrando perversiones, para que el bebiera a su placer... me acariciaba de arriba abajo, con el dorso de su mano firme, segura de lo que quería, por encima de mi tanga, provocando la lascivia de mi sexo, la humedad que me hacia desearle mas...

Con mi respiración alterada, me tocaba mis pechos para que él los tuviera totalmente erectos, pidiéndole mas, fui a tocar sus manos para desprender lo que me sobraba, cuando él me dijo: "Mar, déjame a mí, quiero hacerlo yo... quiero tenerte así, siempre quise amarte...". Yo retire mis manos, y seguí disfrutando junto a el... Acaricio mis ingles, siguiendo el borde del tanga, siguiendo hasta la altura del perineo, cuando mi
cuerpo se arqueo en un espasmo de placer, sentí sus dedos cálidos humedecidos de mi deseo, le pedía insistentemente: "Ámame, por Dios, ámame, no vuelvas a irte, quédate
conmigo...", a lo que contestaba: "Ahora estoy aquí, disfruta, no pienses, te amo, siempre lo hice..." Pero algo dentro de mi sabia que se iría, que mañana no estaría, pero quería vivir este tiempo, lo necesitaba para mi mañana...

Necesitaba su olor, su sabor, su piel sobre mi piel, necesitaba tanto de el que solo pensaba en devorarlo y amarlo, dejar de vivir después no me hubiera importado, es mas, solo me importaba fundirme en él...

Sus manos recorrían todo mi cuerpo, yo miraba esa luz de la habitación que se hacia aura en él, tocaba cada resquicio de mi cuerpo, su aliento recorría mis pensamientos y me rendía a cualquier petición de sus movimientos. Cuando me agarro de las caderas y me arrastro hacia su cuerpo con las piernas invitándole a usurpar mí reino. Me comían sus ojos verdes, ya no me miraba a mí, miraba mi deseo, mi entrega. Abrió su mano y
la puso en mi sexo, lo acaricio, lo exploro, derramando mi pasión sobre su desnudo cuerpo, sobre su sexo que repleto de sensibilidad se dirigía a completar mi existencia.

Su sexo me acariciaba entre mis gemidos, mis deseos, mi calor, mi cuerpo temblaba explotaba al sentir lo entrar en mi, lo necesitaba, le necesitaba. Le oía su respiración, sus gemidos, su sexo en mi, lento, sensible, disfrutando de cada vereda de mi sexo, le veía disfrutar, le deseaba, le notaba su excitación cada vez más entera, mas llena, casi al limite, cuando comenzó a aumentar su intensidad, su vaivén al ritmo de mis caderas o mis caderas a su ritmo, no estoy segura, lo único que se es que nos amábamos... Nos completamos...

En un arrebato me tomo y fuimos al suelo enmoquetado en el mismo tono que las paredes, allí me penetro, él encima de mí, separando mis brazos de mi cuerpo, sintiendo sus pezones sobre los míos, su aliento en mi boca, su lengua sobre mi lengua lamiéndola, acariciándola, cada vez que quería responder a su boca me huía, éramos dos seres hambrientos en un océano de libertad... Mientras el seguía, me llenaba, llenaba mi cuerpo, mi espíritu, en ese clímax nos corrimos, entre espasmos, sudores, temblores y entusiasmo. Nos corrimos justos en un ferviente maremagno de pasión, el sin moverse del sitio, con su sexo en mi, me miro como jamás lo había hecho, y me dijo: "Mar, déjame ir, va a amanecer. Debes seguir tu vida. Debes ser feliz..."En ese momento... cerré los ojos llenos de lágrimas y dolor...


En memoria de Pedro

 Mar Sánchez©

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuéntame al oido...