tras la cena, cansada por un día arduo de trabajo y las clases de arte, decidí servirme un licor de orujo y sentarme a esperar que creciera el tiempo... Sabía que llegada la hora él llegaría y tomaría lo que le pertenece y desea. Como cada viernes hacia desde hace más de un mes...
Me duché y preparé para él meticulosamente, mi piel hidratada y sedosa, blanca y tupida, para acariciarla sin tener que rozarla, perfumada con agua de lavanda, aroma tímido y gentil, para cubrir de ingenuidad suspiros inquietos, pasiones calladas y deseos robados... Entre mis piernas vellos desapercibidos de cualquier zona encubierta, invisibles para un tacto homogéneo y uniforme, insonoros ante la alerta de sus manos, delicado tal piel de melocotón... dermis atenta ante cualquier inquietud... Tarea que me excitaba. Me preparaba para el deseado encuentro...
Compro ropa interior para cada viernes, imagino que le gusta... Tanga de satén negro, para adornar la pasión incondicional del momento, para realzar las caderas anchas y un trasero de medias lunas, como gajos de fruta madura y fresca a devorar, conminación seda negra hasta los tobillos con encaje negro y suave como la noche, dejando ver la fina estructura de mis pies desnudos, perfilando las curvas de mis piernas y mis caderas, con una abertura hasta mis muslos dejando entrever mis piernas al caminar. Montes, valles y mesetas, relieve insinuando, exaltado al roce del frío de la seda en la blanca piel... Senos erguidos en la espera durmiente del silencio acogedor de su respirar, pezones nacarados atentos como la primera vez, sonrosados y medio tímidos bajo la exquisita desnudez del encaje suave, denotando el punto de inflexión en dos radiantes convexidades que describen el extraño deseo que siento, entre morbo e inseguridad... miedo y deseo... como flamas de deseo, su dureza y exaltación... Aureolas definidas y dilatadas ante la erección, denotando a cada segundo la sexualidad del momento en que me encontraba...
Apenas acaban de unirse las agujas del reloj en su cúspide cuando descansé la copa casi a la mitad sobre la mesilla, encendí una lamparilla de brocados en la entrada y apagué la luz de toda la casa, quemando la noche en una suave oscuridad templada por una tibia luz de fondo. Cubría el silencio de una penumbra sensual que se dejaba notar en mi piel trémula...
Descalza y despacio, me dirigí a la habitación, era como si a cada paso que diera él me observara en esa oscuridad, eso me hacia sentir deseada y la excitación se acrecentaba cada vez que mis descalzos pies tocaban el frío suelo, la fricción de mis muslos parecía acentuarse más a medida que avanzaba, mis labios atentos se contraían de excitación... mi sexo llevaba un buen rato expectante y húmedo... a cada paso mis labios interiores palpitaban al ritmo de mi corazón...
Prendí las pequeñas mechas de un puñado de mariposas de colores sobre un cuenco de arcilla lleno de agua, lo coloqué sobre una mesilla en el fondo de la habitación, dando una media claridad, parpadeante por el juego de las llamas en el aire, a la desnudez de la estancia... Adentré en la cama, recostándome hacia un lado, mi cabeza sobre la almohada, con el cabello trazando desniveles, vertidos sobre las limpias sábanas blancas, como desembocando a un mar invisible y salvaje, que me hacia mujer mortal y pecado carnal ante él, como ofrendada a un Dios de voluntad, me encontraba allí, dispuesta a que me tomara e hiciera de mi cualquier cosa que él quisiera... deseaba complacerle...
Como cada viernes, le esperaba, semicubierta por una sabana de seda blanca, en una cama desierta, como naufrago a espera de su salvador, allí..., callada y atenta, agudizaba el oído para escuchar sus pies cautelosos y anónimos por el pasillo, como entonando el respirar con la dulce penumbra, el pausado y corto recorrido hasta la puerta entreabierta del dormitorio, sentí mover el aire al empujar la puerta... Incluso oí en el silencio las bisagras mudas, al mismo tiempo que la lluvia increpaba sobre los cristales de la ventana, acariciando la llegada del invierno... De repente, como un aullido en la noche, se dejó oír en la tormenta un chasquido rotundo, resquebrajando el cielo, un rayo que estallaba iluminando parcialmente la estancia por unos segundos, desfigurando la escena, creando ilusiones pasajeras... Mi piel erizada y mis latidos pronunciados... entre escalofríos e inquietud, mi cuerpo se estremeció, como en un orgasmo interior, mi vientre y mi sexo contribuían al palpitar de la oscuridad...
Percatándome de su llegada, conseguí ver su silueta desfigurada por ese brillo descarado de la naturaleza, sin marcar con nitidez, por tan solo un instante, conseguí entrever el porte de aquel que me tomaba cada viernes entrada la madrugada... Tumbada lateralmente, él se adentró entre sábanas, desnudo, paciente, sereno, sabia que quería para él y para mi. Amante tenaz, dulce, tierno, apasionado, ardiente... sabia encontrar a la mujer tímida y templada y volverla guerrera y alocada... Seducía sin miedo a equívocos, derrochando ternura y lujuria, combinaba a la perfección...
Notaba sus ojos observarme, como gato que ve en la oscuridad, sus manos acariciando mi cabello, hundiendo los dedos en él para sentir su tacto, su suavidad... tocar a la vez mi nuca que se erizaba, le sentía oler mi pelo, le sentía alimentarse de su olor, de mí, ese olor a recién duchada, lavanda y piel tersa y cálida, templada por sus seguridad y excitada por sus caricias... Tan solo quería dejarme llevar por él... Me gustaba sentirme así, insegura pero consciente, temerosa pero visceral, inocente pero madura, llena de incertidumbres y dudas, pero la situación y el morbo me hacían sentirme deseada, excitada, mujer... Ya había desterrado el miedo de la primera vez que me visitó, había decidido amar a un hombre sin rostro, sin nombre, sin pasado ni futuro, solo existían entre nosotros suspiros, besos, caricias, pasión, fluidos y deseo, mucho deseo, ni siquiera conocía su voz, pero si conocía la ansiedad de su sexo, la profundidad de sus gemidos, el sabor de cada poro de su cuerpo, el tacto de cada rincón de ese desconocido amante y la pasión y complicidad que derrochaba amándome...
Me incorporé en la cama, sabia que él podía verme, pues delante tenia la ventana y con el claroscuro de
Él se acopló a mi espalda, sus rodillas encajaron en las corvas de mis piernas, su vientre contra mis nalgas maduras y suaves, su vigor enhiesta rozando el satén que aun cubría mi sexo, manos anchas y fuertes recorriendo la vereda de mi cuerpo como escultor, describiendo curvas, explorando mis pechos, paseando sus dedos por las aureolas para comprobar la firmeza de mis senos, a la vez me estremecía mmmmmm... y mi pel se erizaba entre escalofríos, sus manos me hacían abandonarme a él... Y respiraba con más desaliento, él seguía en mis pezones, sabia que me gustaba y excitaba, pellizcándolos con cuidado hasta que se me escapó un gemido profundo desde el fondo de mi garganta
El fulgor de su cuerpo, su torso en mi espalda... Como por instinto busqué su boca para sentir como su lengua invadía la mía, como su ardiente saliva me envenenaba de él, yo necesitaba de su cuerpo y él del mío... Él continuaba como siguiendo un ritual, besándome los brazos, lamiéndome los hombros hasta mi cuello desarmado, como desnudando mi cuerpo de la piel que lo cubría, me mantenía como en un estado uniforme de posesión, como marcando pautas que él me ofrecía y yo las aceptaba complaciente... Era suya sin reparo y a voluntad...
Le gemía sin perder el control y él continuaba besándome, subía y mordía mi lóbulo, incliné hacia tras la cabeza como un acto reflejo, para así sentirlo más cerca y darle paso a otras zonas... Dios! Era tan excitante y placentero sentirme así, me llenaba de él... Él incesantemente movía la lengua, bordeaba el cartílago con su punta, luego la hundía y movía en mi oído, mmmmm... Lo hacia para demostrarme lo que iba ha hacer en otras partes de mi cuerpo... Estaba tan excitada y húmeda que a pesar del satén, notaba sus reacciones al estar rozando la tanga con su miembro tan excitado como yo, mientras le oía jadear con mis pechos en sus manos y su pelvis contra mis nalgas, un frenesí que me hacia convulsionar en busca de su sexo... Pero no quería que me penetrara aun y el lo sabia, sabia lo que queria.
Rozando mis piernas, la una contra la otra, mis manos sobre sus muslos, pasando las uñas por su piel haciéndola reaccionar, sus vellos erizados, sus poros implorando calma... A la vez que subía, despacio, como explorándole, para que él sintiera el calor de mis manos, su tacto, su calor; iba notando como su piel se tensaba, su temperatura subía, su sexo bullía, su respiración se pronunciaba, se oía palpitar el deseo y todo él ardía en pasión... Me excitaba oírle jadear sobre mi cuerpo, necesitaba su aliento... Acaricié sus nalgas, invitándole a invadir mi cuerpo, presionándole contra mí, quería sentirle en mis entrañas, moviendo contra él mis caderas, acompasando movimientos con el ritmo de mi pelvis, acoplando espacios vacíos de cuerpo y alma, uno del otro, haciéndonos un único cuerpo... Mientras mi respiración se acrecentaba con mi humedad, mis manos cálidas tomaban su hombría entre ellas, haciéndole temblar y gemir mas fuerte mmmmmm jadeaba conmigo al acariciar su cuerpo... Deseaba sentirla dentro de mi, sentirla húmeda de mi flujo, mi deseo, sentirla explotar con él, bañar mi vulva de su semen, y su sexo de mi flujo, no deseaban más que complacernos el uno al otro, caer rendidos de placer...
Cuando él besándome, me giró. Quedando mi cuerpo bajo el suyo, con ansiedad, sin dejar de besarme, morderme los labios, adorarme, acariciando mis pechos, Dios!! era tan suya en esos momentos que me hubiera dado igual morir allí entre sus brazos... Y seguía alimentándome de él y él de mí, notaba como mi vientre convulsionaba en deseos de sentirle dentro, de sentir el calor de su miembro humedecido y hambriento en mi vagina... mmmmmmm... pero acarició mi pelvis despacio y metió los dedos por la parte frontal de la tanga... explorando mi hendidura milímetro por milímetro para ver el grado de humedad... mmmmm... la piel de mi sexo palpitaba tanto como mi corazón...
Entonces él lamió mi garganta succionándola, besándola, bajaba a mi escote serpenteándome el torso, lamiéndome como lobo a su presa, mimando cada poro para que le sintiera en su esplendor, besando el valle de mis senos, colinas esculpidas turgentes y erguidas, despiadadamente apetecibles para cualquier devorador, pezones que acusaban ingravidez en unos senos bellos y duros, manos que los aprisionan, lengua ardiente que los hacia rabiar, oscilando su dureza, animando su tensión, mamando despiadadamente mis pezones tal instinto infantil... A su vez que mis manos en su espalda lo presionaban y arañaban, quería fundirme con su piel... Experimentaba el deseo que él me dirigía, como batuta que impone influjos sonoros, mi cuerpo reaccionaba, mi piel estremecida, calor que brotaba, olor a sexos que emanaba, mi cuerpo arqueado de placer mientras él derrochaba su saliva sobre mi vientre, lamiéndolo entre convulsiones de mis músculos mmmmmmm... mi sexo abierto suplicando penetrarlo, fluido que brota entre espasmos, latidos desbocados, clítoris tan dilatado como henchido, flamas de mi sexo que rabiaba por su lengua...
Cuando él se deshizo de aquello que le estorbaba para tomar mi sexo, pasando lentamente las manos por mis piernas sujetando las tiras, inhalando mi olor, mi sexo, sabiendo la prenda muy empapada de mí, como cada vez que me tomaba, se la llevaría con él, me excitaba pensar que luego le haría recordarme...
Separó mis piernas, colocó mis caderas y dobló mis rodillas para tener de pleno toda mi vulva a su antojo. Yo continuaba hundiendo y frotando un seno, y mi otra mano bajo a mi venus como ofreciéndoselo entre jadeos y palpitaciones... Él comenzó a besar la cara interior de mis muslos, succionándolo con los labios cada vez con más fuerza mientras se acercaba a mi sexo... era tan excitante, toda mi piel temblaba... y mi sexo comenzó a fluir intensamente, sentía como el fluido viscoso recorría mi perineo, necesitaba de su boca, su lengua, necesitaba me penetraba, necesitaba que lo tocara, lo presionara, Dios!! estaba excesivamente excitada...
Él noto como mi sexo rabiaba y abrió más mis labios superiores con sus dedos, deslizando suavemente un dedo desde mi perineo a mi clítoris, para descubrir donde reaccionaban mis espasmos con mas intensidad, allí empezó a presionar haciendo circular sus yemas, mi cuerpo totalmente preso de la lujuria, por instinto un orgasmos estallo en aquel momento, un grito entre jadeos y sudor se escuchó como un bramido de ejecución, Dios!! que deseo y que extenuación, aún así, llena de espasmos y convulsiones, resentía mi clítoris pedirle más... mi vulva aún quería más... él comenzó a lamer mi sexo chorreando, sentía su lengua ancha sobre coger toda mi amplitud egoísta, lamiendo desde el perineo al clítoris, donde su erección le hizo pararse a succionarlo entre sus labios, a golpearlo con la lengua y contorsionarlo... Aquello me hacia estar poseída por el placer, gritaba y mi respiración se hacia cada vez mas violenta, estaba fuera de mi... cuando el empezó a hurgar en la entrada de mi vagina, mis manos en su cabeza presionándole sobre mi sexo, le notaba respirar con ansiedad... y me vino un nuevo orgasmo al notar sus dedos en mi vagina, entrar y salir, cada vez más rápido... con más deseo... más frenesí... más instinto... suponía podía ver mi cuerpo resultado de su hacer, desmontado y arqueado ante él... desaliñado por la pasión... estaba fuera de mí.
Estaba extenuada y sedienta, mi sexo empapado, aún temblando junto a mi clítoris exaltado, pero no quería parar, quería llenarme de él por completo, me incorporé y le tumbé, casi se puede decir que con cierta violencia, recostándole sobre la almohada, besándole sin dejarle respirar, lamiendo su lengua sin dejarle responder, como animal en celo quería poseerlo y encaje su cuerpo entre mis piernas, mientras el huía de mi boca entre jadeos para poder respirar, me senté sobre su pelvis, derramando mi esencia en su piel, me balancee sobre su hueso pubico, esa presión contra mi clítoris tan erecto me producía dolor, pero gozaba ese dolor... Y cada vez mas frenética, mi sexo encharcaba su pelvis, en cada movimiento de mis caderas su sexo erecto y duro, clamaba por mi vagina húmeda, derramando mis fluidos sobre su glande ardiente y jugoso... sentirlo me ponía aún más frenética...
El llevo sus manos a mis nalgas apretadas, abriéndolas, sus dedos buscaban otro rincón donde hurgar y sentía sus dedos abriendo mi esfínter mmmmmm... con cuidado, introduciendo un dedo... entre mis gemidos profundos mis caderas se alzaron... él elevo sus rodillas y su mano en mis senos duros como rocas... tome su miembro y lo coloqué en la entrada de mis labios, sentía como las hebras de liquido contorneaban las venas hinchadas de su sexo... en ese momento me deje caer sobre su miembro brutalmente, introduciéndolo completamente de golpe... Él se alzo de dolor conmigo, nuestros gemidos y aullidos se cruzaron en la noche, excitados entre el placer y el dolor... temblábamos de excitación, sudábamos entre jadeos...
Continuamos besándonos y él volvió a lamer mis pechos, pero yo volví a recostarlo, inclinada sobre él le succioné los pezones, mordiéndolos indistintamente, lamiéndolos entre mis labios. Sus gemidos aumentaban a medida que mis caderas atraían su sexo a mi vagina, duro como acero, hirviente, maduro, húmedo... Me incorporé y con sus manos en mis caderas, comencé a cabalgar, su sexo entraba y salía, cada vez con más intensidad y más rápido,... mmmmmmm... sentía me observaba, lo percibía... notaba como el sabia en todo momento cuando llegaba al clímax, mis convulsiones se hacían mas atropelladas, mi cuerpo temblaba y jadeábamos con descontrol cada vez más, más y más fuerte, hasta que él estalló en un orgasmo tremendo, que le hizo exclamar y derrumbarse... y mi orgasmo desembocó junto al suyo y la mezcla de su semen caliente y mi fluido, con su miembro debilitado dentro de mi vagina, le abrace tiernamente y le bese en los labios con pasión...
Al sacar su miembro de mi vulva, chorreante y cálido, extenuado y semierecto aún, noté como su glande aún estaba dispuesto a continuar, así que descendí entre sus piernas robustas y masculinas, he hice que mantuviera las rodillas en alto y las piernas a biertas, tal como él me puso en un principio... Deslice mis uñas por sus piernas, haciendo su vello erizarse al pasar, tras mis uñas descendía mi boca cálida, mi lengua húmeda, mis labios carnosos... hasta llegar a su ingle la cual lamí, olfatee su sexo, me excitaba su olor a sexo, me calaba en el alma ese olor...
Amolde mi mano a sus testículos hinchados y acaramelados, lamí dulcemente su perineo, abrí los labios y amase su escroto con ellos, con sumo cuidado, le oía gemir y resoplar, sus manos en mi pelo acariciándome, mi lengua en la base posterior del pene mientras mis dedos lo acariciaban, recorriéndolo con mi aliento húmedo, cubriéndolo de saliva, incitando su erección de nuevo.
Su miembro en mi mano, deslizando el pudor que lo cubre, mi boca candendente amenazando su glande desnudo... mi lengua jugando con esa piel delicada al final de su sonrosada piel, dura como ella misma, despertando hogueras para renacer dentro de mi boca, que se llenaba de su miembro a la vez que lo lamía, lo sacaba de mis labios succionando y lamiendo, cada vez me entraba más y con más intensidad chupaba de él tan profundamente que incluso notaba sus venas acercarse a su glande... el contorsionaba su cuerpo fuera de si en cada succión, le hacia quejarse de placer, su cuerpo era un cumulo de temblores, su sexo radiante en mi boca, tremendamente duro e hinchado, cuando comencé a sacarla y meterla, como si fuera mi sexo, mamando de su virilidad, con ferocidad, sin pausa, a ritmo cada vez más alocado...
Él presionaba mi cabeza contra su sexo, su glande me topaba con la campanilla, tenia el pene a rebosar, mientras se quejaba y se arqueaba poseído por mi boca, toda su piel tensa... rabiaba de placer cuando en una succión profunda al sacarla, note como le bullía el semen en su interior y antes de sacar el glande volví a succionar con más fuerza, saboreando sus gotas de espegma. Él se volvió a correr en otro orgasmo que le dejó rendido a mi vera... Le acaricie su cuerpo extenuado y cansado, mientras él recobraba alientos junto a mí, tocándonos y caraciandonos como parejas de novios tras hacer el amor, acoplando nuestros cuerpos en un tierno abrazo, amoldando mi cuerpo al suyo, derrotados y clandestinos. Abrazada a él me dormí plácidamente y con la primera claridad que el sol da en su despertar, entreabrí mis ojos para acariciar su calor aún en mis sabanas y acariciar el dulce olor de su ausencia... Hasta nuestro próximo encuentro en la madrugada...
Mar Sánchez©
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